sábado, 7 de junio de 2008

A quién podría dedicarle una carta?
A quién podría relatarle mis penas de manera precisa, de manera que me comprendiera?
Ya no me empecino en buscar alguien real que entienda lo que pasa en mi interior, cuando día tras día la angustia aparece sin razón, quiero superar esta horrible transición en la que sufro cada mínima frustración, me olvido de los logros y dejo lugar sólo a las tristezas, a las amarguras que frecuentemente nublan mi mente y desequilibran mi entereza.
Cómo retengo el llanto si no encuentro el abrazo indicado, por no decir perfecto? Por qué mi teléfono no suena y así escuchar la voz de los que cuentan con mi amistad, esas dulces relaciones que uno cuida y anhela no perder jamás.
Por qué depende de mí? No me puedo descuidar, pero me cuesta tanto darme cuenta de cómo son las cosas, del mejor camino, la solución adecuada, el remedio que cura esta espantosa epidemia que acecha mi alma hace ya mucho tiempo. Cómo se cambia lo que uno no ve? Lo que no puedo tocar, ni agarrar, ni pegar, ni tirar, ni soltar, sólo lo sufro con un dolor tan agudo y tan intenso, a la vez indefinido y denso que temo no me fortalezca, al contrario me debilite hasta el fondo, hasta donde ya no hay vuelta.
Qué me pasa? Quién lo explica? Quién me ayuda? Si yo no pido ayuda, si yo sé que nadie puede hacerlo, están todos tan lejos cuando en realidad están cerca…



Esto lo escribí hace tiempo. Y ahora que lo releo, me doy cuenta que tengo muchas personas a quién dedicarle cartas, de hecho ya lo hice hace poco. Los implicados sabrán de quiénes hablo. De todos modos, estas cosas para mí siguen teniendo vigencia. Hoy no porque me siento bien, pero si son del ayer pueden ser de mañana también.
(eh no sé por qué me sale todo rimado)

No hay comentarios: